martes, 13 de noviembre de 2012

- A veces me gustaría saber qué piensas cuando me miras.
+ Puedes saberlo. No es ningún secreto, te lo diré si es lo que quieres.
- Sí, la verdad es que me gustaría.
+ Pensaba lo cerca que tengo todo lo que quiero y necesito cuando estas junto a mí.
- Vaya, ¿y qué es lo que quieres?
+ Un polvo, un porro y una guitarra.
- ¡Ah! Esperaba que dijeses que a mí...
+ Supongo que podría resumirlo en "a ti", sí.
- Osea, que eso soy para ti, un polvo.
+ No, no he dicho eso.
- ¿Ah no? ¿Y entonces?
+ Un polvo, un porro y una guitarra.
- Vaya, sin duda eso mejora mucho las cosas. Toma, dale una calada mientras afino esto, no vaya a ser que hoy sólo cumpla uno de mis fines.
+ No estás entendiendo nada.
- No, al contrario. Todo está muy claro. Tú siempre dejas las cosas muy claras.
+ No he dicho que no me guste de ti más que eso, sino que es lo único que necesito para ser feliz, que el resto me sobra, que no necesito una maldita etiqueta que nombre esto, y que siento no poder jurarte fidelidad eterna, siento que no te diviertas tanto como lo hago yo, y sobretodo siento hacerte daño. Pero me encanta aparecer de la nada y verte fumar mientras disfrutas cada nota. Me encanta que me hagas sentir tan libre como el humo que se escapa de tus labios mientras te beso. 
- Supongo que tenías razón, me equivocaba. Contigo nunca hay nada claro. Y por cierto, tú tampoco estás entendiendo nada: Si pudiera os retendría a ti y al humo dentro de mis labios para siempre.

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