viernes, 14 de diciembre de 2012

Sabes que sólo muero por ti.

A veces me gustaría perderme, salir corriendo, huir de la monotonía, de todas estas cadenas que me atan. Pensar en ti día y noche no es suficiente. Quiero un poquito más, quiero mostrarme a ti, darte todo lo que pueda, quererte y que me quieras. Sé que es difícil, sé que a veces sueño despierta, pero si alguna cosa he aprendido a conciencia es que si deseas algo con toda tu alma y luchas por conseguirlo, al final vas a lograr tu recompensa. Puede que sea pronto o puede que tarde, quizás la espera se haga eterna, pero si luchas lo vas a conseguir. A mí siempre me ha encantado currarme las cosas, ¿sabes? Sudar, pelear por lo que quiero. Pero contigo es diferente, siento unas ganas tremendas de salir a la calle y buscarte, gritarte con todas mis fuerzas que te quiero, te deseo y que daría el mundo entero con sólo un ratito acurrucada entre tus brazos. Aunque hay otra parte que me frena, el miedo. Tienes a miles de personas a tu alrededor, el doble de ojos mirándote, examinando cada movimiento, cada gesto que haces, cada palabra que pronuncias, dispuestos a ponerte en un altar bajo la palabra "intocable", o condenarte al infierno, según convenga. Tienes tu vida hecha, tu gente, tu ciudad, tu piso, tus guitarras, tus caprichos y alguna que otra loca detrás que vendería su alma con tal de pasar una noche a tu lado para luego contarlo por ahí. Tienes mucho, lo sé, pero te veo y siento en tus ojos que te falta algo, que algo falla. Que no te sientes completo, porque nadie conoce tus miedos, lo que te preocupa de verdad. Nadie ha conseguido entenderte del todo y por muy triste que parezca, es así. En el fondo, sabes que la vida es algo incierto, parece que todo está controlado pero "todo", es una palabra muy grande, enorme, y puede fastidiarse en cualquier momento. Yo prometería estar contigo en las buenas y en las malas, cuando nada tuviera sentido y cuando te sintieses tan bien que creyeras que podrías morir en cualquier momento, sólo quiero que seas un poco tú mismo, con eso me sobraría. Aguantaría cada una de tus manías aunque a veces me parezcan absurdas. Escucharía tus fobias y tus miedos, porque aunque tú no lo sepas, tenemos muchos en común. Soportaría esa compulsiva obsesión tuya de creer tener una enfermedad distinta a cada segundo que pasa. Aunque no lo creas, y a pesar de todo eso, te mimaría cada mañana, cada tarde, cada noche. Te cuidaría a mi manera. Te levantaría de cada caída, te curaría cada golpe, cada bofetón inesperado que te diese la vida. Estaría a tu lado para hacerte un poquito más feliz, para sumarte, nunca para restarte. Dibujaría puertas nuevas cuando todas se cerrasen ante tus ojos. Y es que podría escribir mil libros con cada sensación que me haces sentir, porque tu voz, tus palabras, me hacen flotar, me hacen creer que merecería la pena llevarme la vida entera durmiendo en las calles, en estaciones, en el metro, por ti, por tenerte, porque es lo único que quiero ahora mismo, lo único que necesito es abrir los ojos y ver los tuyos a mi lado, cerca de mí, que no nos separemos. Quizás no lo entiendas, y no te pido que lo hagas, quizás te parezca loco o infantil, pero todo esto que siento es cierto, y moriría por tener la libertad y además el valor de decírtelo a la cara. Ahora mismo estoy rodeada de muchísimo, pero a la vez de nada, de humo, porque podría amar a tantísima gente... pero no quiero. No quiero a nadie que no seas tú. No quiero despertar en una cama que no sea la tuya, ni acariciar las cuerdas de otra guitarra. Lo que nos une es algo mucho más fuerte que la casualidad, mucho más que el destino, mucho más que la música y el amor. Tú y yo volaríamos por encima del mundo, de toda esa gente con ideas programadas. Tú y yo podríamos cambiar el universo juntos si nos lo propusiéramos. Dime qué te cuesta decirme "vale"...

domingo, 25 de noviembre de 2012

I take you by the blood.

Qué bonito cuando te veo, qué bonito cuando te siento, qué bonito saber que estás aquí, junto a mí. Qué bonito cuando me hablas, qué bonito cuando te callas. Qué bonito tu pelo negro, qué bonito tu cuerpo entero. Qué bonito cuando acaricio tu guitarra entre mis manos, qué bonito poder sentirte así...

martes, 13 de noviembre de 2012

"Las canciones son tuyas sólo cuando las estás componiendo en tu casa. Cuando estás componiendo una canción, en ese momento, es tuya, nadie la conoce y es de tu propiedad. Eso es una maravilla. Es tu pequeña perla. Tú haces con ella, la modificas. Y nadie está diciéndote “Esta perla habría que pulirla por aquí, por allá…” Es tu cosita ¿no? Cuando la canción sale del estudio, deja de ser tuya y es una canción de la gente. Se pone a volar hacia donde la lleve el viento y se cuela en sitios donde no te esperas. Eso es más bonito todavía."

No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por eso de que sus caderas... Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, y esas maneras. Y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da. Pero además, la he visto seria, ser ella misma, y enserio que eso no se puede describir en un poema. Por eso, eso que me cuentas de que "Mírala, como bebe las cervezas" y como se revuelve sobre las baldosas, y que fácil parece enamorarse a veces. Todo eso de que ella puede ser ese puto único motivo de seguir vivo, y a la mierda con la autodestrucción. Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor, es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre. Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente para decirte, "Venga, hazte un peta y me lo cuentas". No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece, luego te abrace, y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.
Así que supondrás que yo soy el primero que entiende que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras, y los huevos por un mínimo roce de mejilla. Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte son algo con lo que ya cuento. Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos. Que yo también la veo. Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato "susurro", formato "gemido", y en formato "secreto". Que me sé sus cicatrices y el sitio que le tienes que tocar en el Este de su pie izquierdo para conseguir que se ría. Me sé lo de sus rodillas y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra. Que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el número de sus escalones. Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores. Y yo sí que no tengo cojones de decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo). Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que supone que exista. Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos, y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino, y le he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana. No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
Que lo de "mira sí, un polvo es un polvo", y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas. Y solo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre. Que te entiendo, que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma. Que razones tenemos todos, pero yo muchas más que vosotros.
¿Cómo se puede ser tan cuerda y estar tan loca por tus huesos? Sólo quiero hacerte el amor, sólo quiero que me quieras como te quiero yo, sólo quiero que me digas "Esta noche eres sólo mía".

Abrázame fuerte, quiéreme despacito.

Sabes que nunca he encontrado mejor casa que tu habitación, mejor escondite que tu cama, mejor secreto que el que esconden tus ojos, mejor medicina que tus labios, mejor refugio que tus brazos, mejores sueños que en los que estamos despiertos, mejores canciones que las que me susurras al oído, mejor magnetismo que el de nuestras manos, mejor destino que el que ha hecho que nos conozcamos, mejores juegos que en los que nos apostamos mil besos, mejor locura que la que me producen tus miradas, mejor regalo que una noche contigo, mejor mentira que esos "para siempre" que me prometes, mejor descubrimiento que el de cada rincón de tu cuerpo, mejor sabor que el de tu piel, mejor historia que la de "un futuro juntos", mejores madrugadas que en las que no hemos pegado ojo. Sabes que jamás habrá mejor sorpresa que la de que me quisieras, de repente y sin avisar, ni tampoco existirán mejores finales que los que no llegan nunca. Sabes que para mí, "te quiero" es la frase más bonita del universo, pero únicamente si sale de tu boca.

No voy a abandonar, esta voz no hay quien la calle.

Imagino cada noche el increíble magnetismo que tendrían mis dedos y tu pelo, nuestras piernas entrelazadas, nuestras bocas.He agarrado otras manos soñando que eran las tuyas, y te he sentido tan dentro que a veces me ha costado respirar. Me encantaría romper con todo, con mi vida. Partir todos mis esquemas y empezar de cero contigo, dejarlo todo atrás por ti. Y cuando te tenga a mi lado después de una noche de éxtasis, mirándome, a mí, a mis ojos y nunca a otros, me dediques un "te quiero" al oído, y entonces yo comprenda que mereció la pena luchar y que es verdad eso que dicen que la realidad supera siempre a la imaginación. Sólo a ti te prometería uno de esos "felices para siempre" que tanto odio, porque te quiero ayer, hoy, mañana y eternamente. Y es que me pasaría ésta y el resto de mis vidas, si es que las tengo, buscándote, si sé que al final vas a estar tú, con esa sonrisa y esa cara de listo que pones a veces, para hacerme tan feliz como yo podría hacerte a ti si me dieras esa oportunidad. Poder pasearnos de la mano con Ray-ban y unas converses desgastadas de pisar fuerte por las calles de nuestro Madrid. Dejarnos la piel en esto. Es lo único que te pido, que aparezcas algún día inesperado para quedarte, en mi corazón, en mi vida y en mi cama.Te siento en el alma, cariño, no puedo evitarlo. Cada una de las palabras que pronuncian tus labios se clavan en mí de tal manera que hasta duelen.Pero al final siempre ocurre lo mismo: Pulso el Stop, saco el disco, lo guardo y mi mente deja de soñar por unos instantes, hasta que tus cuerdas vocales den nuevo aviso...

Qué pequeñita me siento pensándote y qué grande a la vez...

Me encanta respirar el mismo aire que tú respiras, me encanta amar la música tanto como lo haces tú, me encanta esa sonrisa de después de una canción. Me encanta cuando suspiras, descolocado porque no te sale un acorde. Me encanta que no tengas pelos en la lengua, pero a la vez que pienses las cosas antes de decirlas. Me encanta tu acento, cómo hablas y cómo te expresas. Me encanta cada rincón de tu cuerpo, cada uno de tus extremos y lo profundo de tus palabras. Me encantan tus miedos. Me encanta que seas tú y no otro. Me encantan esos dedos que se vuelven mágicos al tocar las cuerdas de una guitarra y más me encanta aún la ternura que produce en mí tu voz al escucharla. Tanta es, que a veces, sin querer, se me escapan las lágrimas con alguna de tus frases. Me encanta, y recalco, me encanta, tu nariz, y punto. Me encanta esa facilidad tuya de hacerme sentir cosas realmente increíbles. Me encanta la paz que desprendes, esa tranquilidad que yo siempre he deseado y nunca he podido tener. Me encanta cerrar los ojos e imaginarme a tu lado, dando tumbos por cualquier lugar. Y me encantaría poder decirte todo esto y que supieses que me encantas tú, y esas pequeñas cosas que hacen que todo tenga sentido para mí y que valga la pena seguir luchando por ese futuro que ojalá llegue algún día. ¿Sabes? Soy una luchadora. No me voy a dar por vencida. Me vas a querer, lo juro.

- A veces me gustaría saber qué piensas cuando me miras.
+ Puedes saberlo. No es ningún secreto, te lo diré si es lo que quieres.
- Sí, la verdad es que me gustaría.
+ Pensaba lo cerca que tengo todo lo que quiero y necesito cuando estas junto a mí.
- Vaya, ¿y qué es lo que quieres?
+ Un polvo, un porro y una guitarra.
- ¡Ah! Esperaba que dijeses que a mí...
+ Supongo que podría resumirlo en "a ti", sí.
- Osea, que eso soy para ti, un polvo.
+ No, no he dicho eso.
- ¿Ah no? ¿Y entonces?
+ Un polvo, un porro y una guitarra.
- Vaya, sin duda eso mejora mucho las cosas. Toma, dale una calada mientras afino esto, no vaya a ser que hoy sólo cumpla uno de mis fines.
+ No estás entendiendo nada.
- No, al contrario. Todo está muy claro. Tú siempre dejas las cosas muy claras.
+ No he dicho que no me guste de ti más que eso, sino que es lo único que necesito para ser feliz, que el resto me sobra, que no necesito una maldita etiqueta que nombre esto, y que siento no poder jurarte fidelidad eterna, siento que no te diviertas tanto como lo hago yo, y sobretodo siento hacerte daño. Pero me encanta aparecer de la nada y verte fumar mientras disfrutas cada nota. Me encanta que me hagas sentir tan libre como el humo que se escapa de tus labios mientras te beso. 
- Supongo que tenías razón, me equivocaba. Contigo nunca hay nada claro. Y por cierto, tú tampoco estás entendiendo nada: Si pudiera os retendría a ti y al humo dentro de mis labios para siempre.


I will eat you

El despertador marcaba las 23:07 y mis manos jugueteaban curiosas con el volumen del reproductor de música nuevo. Mientras, las tuyas se entretenían en conocer milímetro a milímetro mi cintura. Tu pecho apoyado en mi espalda. Tus labios besando mi cuello y mi piel de gallina. Una sonrisa improvisada se adueñó de mi boca y solo alcancé a pronunciar "¿Qué haces?", con una voz que casi se convirtió en susurro. "Quererte,- respondiste - ¿no puedo?" Maldita pregunta que me haces a veces, sabiendo de sobra que lo único que he deseado toda mi vida es que me quieras. "Claro que puedes...". Me apretaste contra ti, como si necesitases que nos convirtiéramos en una sola persona, como si se te fuera la vida en ello y fuese la última oportunidad de salvación que te queda. Me dedicaste un suspiro al oído, "Aunque no me hubieras dado permiso, te habría querido igual" Nos reímos bajito con cara de tontos quinceañeros enamorados que no tienen otra cosa mejor que hacer que pasar la tarde tirados en un parque besándose hasta que la luna diera el aviso de llegada a casa. Te quiero y me quieres, un sueño cumplido. Nos necesitamos y es un hecho, ¿qué más podría pedir?
Alcanzamos a escuchar cómo "Don't cry" daba sus primeros latidos en el reproductor, a la vez que los de nuestros corazones se iban acelerando a medida que la canción avanzaba. Mi respiración entrecortada estaba sumida en el suave movimiento de tu cuerpo, que se balanceaba hacia arriba y hacia abajo. Los cascabeles de mi tobillera tintineaban sin parar mientras las canciones iban pasando unas tras otras, en un segundo plano, cada vez más lejanas, casi mudas a nuestros oídos. 
Después, silencio. Como si del despertar de un profundo sueño se tratase, miré el reloj de nuevo, que ya marcaba las 0:08, besé tus párpados que se habían cerrado escasos minutos después del "te amo" que me lanzaste. Me acurruqué junto a ti hasta la mañana siguiente, escondida entre tus delgados brazos, como si ellos pudieran salvarme de todos los posibles males del mundo. 
Te quiero, porque a tu lado cada uno de mis extremos ignoran lo que significa pasar frío.

Yo no voy a despedirme cuando se ponga el Sol, te lo prometo.

Sé que me quedan muchas cosas por vivir todavía, pero tambien sé y estoy segura de que quiero que sean a tu lado. Porque te quiero, y ahora lo tengo más claro que nunca. 
Te quiero desde la primera vez que te vi con los ojos cerrados, sintiendo como por cada milésima de segundo que pasaba, te ibas haciendo más enorme ante los ojos de los demás, escuchando la melodía que tú mismo sacabas de esa acústica marrón y negra que tantísimas veces me ha hecho volar por encima de cualquier universo, haciéndome infinita junto a ellos, acompañada de aquella voz que reclamaba libertad por cada uno de los tonos que tu garganta pronunciaba. Mimando suavemente con la yema de los dedos sus seis cuerdas, acariciándolas, queriéndolas.
Sonaba de tus labios "Nowhere man", de The Beatles, y supe que esa melodía me acompañaría durante toda la eternidad, aunque no fuera a tu lado.
Ese día me di cuenta de que te quería porque, por esos 151 segundos que duró la canción, deseé ser guitarra. Te quiero porque no solo amas la música, sino porque de cada poro de tu piel sale música, porque con el paso de los años te has convertido en música. 
Por eso, acostumbrada a que me dediquen la misma pregunta de siempre, ese "¿Por qué te gusta?" o "¿Qué le ves de diferente a los demás aparte de ese sombrero negro que debe estar ya gastado de llevarlo puesto siempre?", yo me limito a agachar la cabeza, suspirar, sonreír, y callar. Porque en el fondo tengo miedo de contarle todo esto a alguien y que también se enamore de ti. Y como dice nuestro gran Bob Dylan, "la respuesta está soplando en el viento..."