martes, 13 de noviembre de 2012

Qué pequeñita me siento pensándote y qué grande a la vez...

Me encanta respirar el mismo aire que tú respiras, me encanta amar la música tanto como lo haces tú, me encanta esa sonrisa de después de una canción. Me encanta cuando suspiras, descolocado porque no te sale un acorde. Me encanta que no tengas pelos en la lengua, pero a la vez que pienses las cosas antes de decirlas. Me encanta tu acento, cómo hablas y cómo te expresas. Me encanta cada rincón de tu cuerpo, cada uno de tus extremos y lo profundo de tus palabras. Me encantan tus miedos. Me encanta que seas tú y no otro. Me encantan esos dedos que se vuelven mágicos al tocar las cuerdas de una guitarra y más me encanta aún la ternura que produce en mí tu voz al escucharla. Tanta es, que a veces, sin querer, se me escapan las lágrimas con alguna de tus frases. Me encanta, y recalco, me encanta, tu nariz, y punto. Me encanta esa facilidad tuya de hacerme sentir cosas realmente increíbles. Me encanta la paz que desprendes, esa tranquilidad que yo siempre he deseado y nunca he podido tener. Me encanta cerrar los ojos e imaginarme a tu lado, dando tumbos por cualquier lugar. Y me encantaría poder decirte todo esto y que supieses que me encantas tú, y esas pequeñas cosas que hacen que todo tenga sentido para mí y que valga la pena seguir luchando por ese futuro que ojalá llegue algún día. ¿Sabes? Soy una luchadora. No me voy a dar por vencida. Me vas a querer, lo juro.

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