martes, 13 de noviembre de 2012

I will eat you

El despertador marcaba las 23:07 y mis manos jugueteaban curiosas con el volumen del reproductor de música nuevo. Mientras, las tuyas se entretenían en conocer milímetro a milímetro mi cintura. Tu pecho apoyado en mi espalda. Tus labios besando mi cuello y mi piel de gallina. Una sonrisa improvisada se adueñó de mi boca y solo alcancé a pronunciar "¿Qué haces?", con una voz que casi se convirtió en susurro. "Quererte,- respondiste - ¿no puedo?" Maldita pregunta que me haces a veces, sabiendo de sobra que lo único que he deseado toda mi vida es que me quieras. "Claro que puedes...". Me apretaste contra ti, como si necesitases que nos convirtiéramos en una sola persona, como si se te fuera la vida en ello y fuese la última oportunidad de salvación que te queda. Me dedicaste un suspiro al oído, "Aunque no me hubieras dado permiso, te habría querido igual" Nos reímos bajito con cara de tontos quinceañeros enamorados que no tienen otra cosa mejor que hacer que pasar la tarde tirados en un parque besándose hasta que la luna diera el aviso de llegada a casa. Te quiero y me quieres, un sueño cumplido. Nos necesitamos y es un hecho, ¿qué más podría pedir?
Alcanzamos a escuchar cómo "Don't cry" daba sus primeros latidos en el reproductor, a la vez que los de nuestros corazones se iban acelerando a medida que la canción avanzaba. Mi respiración entrecortada estaba sumida en el suave movimiento de tu cuerpo, que se balanceaba hacia arriba y hacia abajo. Los cascabeles de mi tobillera tintineaban sin parar mientras las canciones iban pasando unas tras otras, en un segundo plano, cada vez más lejanas, casi mudas a nuestros oídos. 
Después, silencio. Como si del despertar de un profundo sueño se tratase, miré el reloj de nuevo, que ya marcaba las 0:08, besé tus párpados que se habían cerrado escasos minutos después del "te amo" que me lanzaste. Me acurruqué junto a ti hasta la mañana siguiente, escondida entre tus delgados brazos, como si ellos pudieran salvarme de todos los posibles males del mundo. 
Te quiero, porque a tu lado cada uno de mis extremos ignoran lo que significa pasar frío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario